Después de devorar los dos primeros libros sin apenas descanso, comencé con el fin de Elena Blanco, este tercer libro que cierra la trilogía en la que Carmen Mola nos ha metido de lleno y no ha dejado que nos vayamos hasta completar la lectura.
Son tres libros atrayentes, absorbente y sobrecogedores. Si en el segundo (La Red Púrpura) dije que Carmen Mola había superado con creces al primero, en este segundo tengo que decir que me ha faltado un avance más. El perder prácticamente el protagonismo Elena Blanco hace que pierda también a los fieles que seguíamos sus libros por esta gran persona, y centrarse más en la desaparición de Chesca (que es de lo que se trata este libro), que dando mucha pena y lastima, a mí me deja algo indiferente. Este libro no me ha terminado de enganchar como los dos anteriores, pero la forma de escribir de Carmen y los breves capítulos siempre te hacen con ganas de seguir leyendo.
No es un libro que recomendaría, pero es de lectura obligatoria si has leído los dos primeros, deja más pinceladas de la vida de la brigada y, si es posible, te hace meterme aún más en la historia.
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